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domingo, julio 02, 2006

Capítulo 5. El poder de la oración

La oración cristiana es siempre auténticamente personal individual y al mismo tiempo comunitaria; rehuye técnicas impersonales o centradas en el yo, capaces de producir automatismos en los cuales, quien la realiza, queda prisionero de un espiritualismo intimista, incapaz de una apertura libre al Dios trascendente. En la Iglesia, la búsqueda legítima de nuevos métodos de meditación deberá siempre tener presente que el encuentro de dos libertades, la infinita de Dios con la finita del hombre, es esencial para una oración auténticamente cristiana.

Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana, Joseph Ratzinger




5.1. La oración y la religión


La Oración, que es probablemente el punto de contacto más visible, a efectos prácticos, entre la Religión y la Magia, como fue dicho anteriormente es una forma medianamente simple de Magia que produce resultados. Todo Mago debe tener fe, hacer Magia suele exigir que el Mago crea que tendrá éxito. En las operaciones de Magia más potentes siempre se invocará alguna deidad, ser divino o demonio; el éxito de un Mago está íntimamente relacionado con su fe y la oración es una forma de manifestar o utilizar dicha fe. Quien crea que el más alto de los religiosos supera en fe al más alto de los Magos estará, sin duda, equivocado.

No obstante, el Mago no debe tener fe ciega; todo Mago debe cuestionar sus creencias y ponerlas a prueba, y debe vivenciar el credo que pronuncia. El Mago no acepta las cosas, las cuestiona; y piensa, busca, compara, analiza, y estudia. Resulta muy triste, que muchos terminan transitando los límites del fanatismo y la ausencia de razón y cayendo, por lo tanto, en las mismas falencias que critican a las religiones organizadas.

Los mismos motivos que me alejaron de la Iglesia Católica años más tarde me llevaron a re-visitar el cristianismo, a renovar mi fe en el Cristo, y a mirar con buenos ojos la Santísima Trinidad y los misterios cristianos. Claro está que, aunque en ocasiones esté llamado a defenderla, nunca retornaré a la Iglesia Católica (pequeñas pero importantes diferencias dogmáticas) y que si un sacerdote católico leyera esto sería tildado inmediatamente de hereje. Seguramente en ningún momento de mi vida abandoné totalmente mis antiguas creencias pero hoy en día puedo disponer verdaderamente de ellas. A quien haya estado en una religión durante mucho tiempo le resultará muy difícil y quizá imposible abandonarla. Entonces, no es cuestión de dejar aquello en lo que hemos creído durante mucho tiempo y seguimos creyendo sino de reconciliarlo y buscar su verdadero significado y sentido. La búsqueda de Dios (o de la Divinidad, o de la realidad última) y la vivencia de Dios es tarea del Mago mientras este en este mundo.

Aquellos que son católicos o han recibido una formación católica (sea romana u ortodoxa) tienen elementos por demás suficientes para emprender el camino. (No conociendo a la perfección otras religiones, no correré el riesgo de equivocarme pudiéndose extrapolar los conceptos que daré.)

Probablemente la figura de Dios Padre sea considerada un tanto inaccesible. Recordar que se llega al Padre a través del Hijo e indiscutiblemente esto implica un interesante sistema con el cual trabajar.

El Cristo es un Dios, el más elevado de los Sacerdotes, un Estado de conciencia y un Camino. Pero además, Cristo debe ser estudiado y experimentado en relación a su Virginal Novia: la Iglesia (que además de la organización humana es un cuerpo místico). La mística y sacra relación entre Cristo y su Iglesia puede ser vivenciada y reproducida a un nivel microcósmico mediante el ejercicio de la Sagrada Unión de los Esposos que se hace en Dios, por Dios y hacia Dios. He dicho y he escrito en varias ocasiones: Soy Mago, Sacerdote, y Amante Esposo.

El Espíritu Santo es un misterio que todo Mago debe comprender, una fuerza actuante no solo de gran poder sino de gran accesibilidad.

Sobre la Santísima Trinidad me limitaré a decir que debe ser investigada y estudiada prestando especial atención a las relaciones entre sus tres personas (en lo personal sostengo el dogma católico romano del filioque que declara que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo a diferencia del dogma Ortodoxo que dice que el Espíritu Santo solo procede del Padre).

El Ángel de la Guarda, en términos mágicos el Santo Ángel Guardián, es considerado, en palabras simples y breves, como el aspecto superior/divino del yo. El Santo Ángel Guardián es de suma importancia para todo Mago. Gran parte de las operaciones Mágicas pasan por él o son dirigidas hacia él, siendo que el Conocimiento y Conversación del Santo Ángel Guardián es probablemente uno de los logros más buscados e importantes. En su libro Magia en Teoría y Práctica, Aleister Crowley dice al respecto:

“Hay una definición principal del objeto de todo Ritual mágico. Es la unión del Microcosmo con el Macrocosmo. El Ritual Supremo y Completo es por esto la Invocación del Santo Ángel Guardián o, en el lenguaje del Misticismo, Unión con Dios.”

Estas palabras, de uno de los Magos más importantes que ha visto este mundo, han de ser suficientes para que el lector forme una idea clara acerca de que es El Santo Ángel Guardián y su relación con la Magia.

Con respecto a las Deidades a las que se dirige la Oración, faltaría aclarar, que no importa cuales sean estas deidades siempre y cuando guarden relación con el objeto de la Oración. Algunos afirman, de hecho, que el acto Mágico en última instancia siempre es realizado por el Mago; en lo personal no concuerdo totalmente con esta teoría pero de todos modos, y para el presente libro, no es algo que tenga gran importancia.



5.2. Estructurando la oración


Un amigo mío, católico con una profunda convicción religiosa, me comentaba que las personas no saben rezar, que creen que rezar es recitar tres Padres Nuestros y un Ave María. Y tiene razón. Elevar una Oración va más lejos que recitar de memoria, casi inconscientemente, un par de fórmulas.

Podría dividirse el acto de Orar, con el fin de guardar cierta formalidad, en cuatro partes. A saber: Relajación. Invocación al Dios (o los Poderes), Adoración o Glorificación del mismo (o los mismos), Conversación, o acción de Pedido. Agradecimiento y Despedida.

La Relajación implica distenderse tanto física como mentalmente. Es una etapa de preparación donde debe quedar claro, además, como se desarrollará la Oración.

La Invocación al Dios implica el uso de símbolos o frases formales para atraer la presencia del mismo (una buena idea es citar atributos del Dios). Este es un acto de Glorificación y de Adoración donde el Mago se compenetra con la deidad por lo que todo lo que se diga aquí debe ser realmente sentido y tener un especial énfasis y dramatismo. De suma importancia es Sentir nuestro entorno y Visualizarlo todo.

La Conversación o acción de Pedido es el punto en que el Mago, una vez que siente la presencia del Dios invocado, declara el objeto del llamado y fórmula el pedido siempre con una actitud de respeto y veneración.

El Agradecimiento y Despedida es el proceso inverso a la invocación por lo que no hay nada que aclarar. Una vez finalizada la Oración, el Mago, debe permanecer en silencio Sintiendo y Meditando sobre la misma.

Cada cuál descubrirá con el tiempo como llevar la Oración de la forma más conveniente e ira desarrollando sus propias Oraciones o Fórmulas. Cada cuál tendrá más afinidad con una deidad u otra. Y cada cuál elevará la Oración a su modo. Dejando de lado la utilidad cierta y el poder de la Oración, tenga presente el lector que sabiendo Orar correctamente el paso a la Magia Ritual le resultará natural. Que todo aspirante a Mago aprenda como dirigirse a su Dios.

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